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Isla de Pascua18 (2)



 La orografía de Isla de Pascua no es hostil pero sí doliente, igual que su historia salpicada de luchas tribales o esclavistas invasiones explotadoras.

Con forma de triángulo rectángulo y volcanes en los vértices, carece de árboles, no hay palmeras ni cocoteros, ni árboles frutales; sufre una deforestación severa desde la época de los moais (aunque de eso hayan pasado más de cuatro siglos). Una alfombra verde amarillenta cubre el relieve levemente ondulado de sus cerros y lomas, sube por los volcanes menores y llega a alcanzar el cráter de los más altos, el Maunga Trerevaska, el Pike y el Rano Kao, y se corta en tajo al llegar a los  acantilados. El paisaje se torna más amable en el único punto donde el Océano se acerca a la isla besando, Anakena, la única playa digna de tal nombre donde, además, se encuentra un importante yacimiento arqueológico completamente restaurado.

Ese y no otro era el objetivo de nuestro viaje a la Isla de Pascua: contemplar algunos de los 600 moais esparcidos por la isla que forman parte de su paisaje más divulgado.

 

Paseábamos cerca del acantilado, secándonos al sol después del baño, cuando nos avisaron de que la guía nos estaba esperando. Se había adelantado al horario previsto. Pero no importaba. Nos dimos prisa, ansiábamos el momento de ver in situ las megalíticas esculturas; siempre pasa con las famosas obras de arte o con un determinado paisaje, único en el mundo: por muchas veces que lo hayas visto, sobre el papel o a través de la pantalla, cuando se acerca el momento de verlo realmente, sientes una inquietud, una especie de cosquilleo que empieza por el estómago y  se extiende por todo el cuerpo, que hace que tu mirada brille de forma especial. Y así permanece aleteando en tu interior... Hasta que consigues entrar a formar parte de su mismo escenario..., Y entonces, te sientes diluir en la quintaesencia de la dimensión contemplativa, en  el éter autocomplaciente que envuelve a los dioses del Parnaso.

En semejante estado de inquietud, anhelante, me sentía cuando me acerqué a la guía que nos esperaba a la puerta del autobús.

-Ese calzado que lleva no sirve  -dijo secamente señalando mis sandalias- ¿No tiene otro?

-¡Sí, claro! –contesté. Y marché a cambiarme.

Cuando volví, la encontré de pie en el interior del autobús hablando a los demás que, ya sentados, incluido Alonso, la escuchaban.

-Sé que muchos de ustedes llegan aquí con informaciones… -se interrumpió al verme. En voz baja dijo señalando mi nuevo calzado: "¡Eso está mejor! Me llamo Claudia". Luego se dirigió al fondo del autobús y retomó su discurso-:. Si. Vienen con informaciones sacadas de periódicos,  incluso publicadas en libros de texto, en las que la presencia de los moais en Isla de Pascua no saben explicarla si no es recurriendo a la intervención de seres extraterrestres, ¡a marcianos!, seres llegados a la isla en platillos volantes, dotados de inteligencia y técnica mil veces superior a la humana,  únicos capaces de colocar esculturas tan pesadas en lugares donde la piedra de que están hechos no existe. - En tono burlón como si se estuviera riendo de nosotros ante nuestras narices, añadió-: Los rapanui siempre nos hemos reído de semejante explicación..., disparatada e infantil, difundida por todo el mundo; no sabemos (o quizá sí) con qué interés... ¡Claro que no existe esa piedra en la playa ni en algunos de los lugares donde se encuentran los moais! ¡Pero sí que hay esa piedra en la isla!

Con la misma rudeza con que la camarera del hotel nos advirtiera de la ola también Claudia, esa mujer morena, joven y seria, de cuerpo robusto y redondeado,  descorrió abruptamente la primera y más tupida de las cortinas echadas sobre el tema hasta bien avanzado el siglo XX:

- Pues bien señores, hoy descubrirán, con sus propios ojos, la verdadera explicación de la existencia de moais en Isla de Pascua, para nosotros Rapa Nui.

Cerró el micro y así nos dejó, sin apelación posible: sumidos en la duda y la impaciencia durante no sabíamos por cuanto tiempo; nadie se atrevió a preguntarle.

 

Isla de Pascua5 (3)

 40. Miradlos hoy, tocad esta materia, estos labios (Pablo Neruda)  

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Tag(s) : #Mítico
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