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  Reían, hablaban y comían, y escupían los desperdicios sobre el plato. Los ruidosos comensales chinos se apretaban en torno a grandes mesas redondas mientras en el piso superior, alejados del bullicio, en habitaciones de distintos tamaños adaptadas al número de comensales, se situaban los comedores privados. Nos habían reservado uno de aquellos comedores del primer piso. Apenas hubimos tomado asiento, un número indefinido de jóvenes camareras y camareros entraban y salían, ahora con palillos y platos y copas, después con la interminable sucesión de Dim-Sum  (literalmente: ordenar hasta satisfacer el corazón. También significa bocado, que es lo que realmente son). El restaurante, cuyo nombre no recuerdo, era muy céntrico y conocido en Guangzhou por la gran variedad de platos de todas clases, verduras, pasta, huevos, carne… -dicen que 200- que componen su Dim-Sum.

El trasiego de camareros entrando y saliendo del reservado amainó, y con el Cuipiji, pollo empanado crujiente, especialidad de Guangzhou, concluyó el desfile juvenil.

Hasta entonces, desconocíamos la composición del menú, no porque no figurase en la carta sino porque dar con el significado culinario de los nombres poéticos de los platos requiere un traductor especializado. Por eso quedamos sorprendidos (ahítos como estábamos) al saber que el plato fuerte aún estaba por llegar. Más que plato fuerte era, a su criterio, el plato principal: Una gran perca. Sin adornos ni florituras, recién pescada, casi viva, boquando solitaria en una fuente alargada; pero estaba asada, dorada y apetitosa, y desprendía un aroma delicioso. Sin embargo, ya en el plato, la perca se volvió toda espinas, innumerables y afiladas espinas. Su importancia residía en la frescura del plato que aunque era pescado seguía siendo pez.

Nos habríamos saltado los pasteles Tao Tao Ju de no ser por la aparición de Eva, que aprovechamos para brindar por ella con una copa del contundente Liang-Ye, el licor chino de arroz.

 

IM A0030 Vista Web grande

  Si en el menú de ese día no apreciamos muchas filigranas, el museo Chen Ancestral Hall, en Zhongshanqi Road, donde las piezas de marfil tienen tallas tan finas como imposibles para cualquier humano que no sea chino, o los bastidores de deslumbrantes bordados en hilos de seda, con ambas caras iguales porque los nudos no existen, que de tan perfectos semejan acuarelas, bien se podía denominar museo ancestral de las filigranas chinas.
Bordado a dos caras, marfil y jade de ChinaChengdu9
16. Cantón y el efecto ¡sólo quiero niño! 

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Tag(s) : #Gastronómico
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