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    Nos detuvimos en lo alto, estupefactos; el aspecto que ofrecía la calle desde allí no era para menos: un mar de cabezas de pelo negro, como una tupida alfombra de apretado nudo, se extendía ante nosotros cerrada sobre sí misma, infranqueable. Miles y miles de cabezas de negros pelos, tiesos y brillantes, todas a la misma altura, se juntaban unas a otras como gotas gemelas de una gran marea negra y espinosa; cabezas de jóvenes chinos, chicos en su mayoría. Aparentaba ser un largo colchón espeso y movedizo de peludas bolas negras.

Ninguno de los tres se animaba a dar el primer paso. Pero debíamos de comprobar que las calles comerciales de Guangzhou estaban a la altura de las de Hong Kong. Eva tomó la iniciativa: cogiéndome del brazo, me arrastró hacia la marea.

-Hay muchos ladrones y podrían arrebatarnos el bolso; vamos mejor juntas.

No sólo le hice caso sino que también cogí  del brazo a Alonso que se dejó de mala gana. Y no tardó en zafarse perdiéndose por unos instantes en aquella marabunta.

Abundaban los comercios de ropa y calzado de estilo occidental. Pero como entre las Nike, Addidas y demás marcas, no parecía que fuésemos a encontrar la gorra que Alonso buscaba para incrementar su colección de gorras de ciudades y países, abandonamos la turbulenta calle por el primer cruce que encontramos. A los pocos metros, en una oscura y tranquila plaza, nos sentamos a esperar el coche que no tardó en venir a recogernos.

Faltaban pocas horas para abandonar Guangzhou y queríamos esperar el momento en un lugar tranquilo, saboreando una taza de buen té. El jardín del lago (no recuerdo si era lago o río, se veía muy lejano) resultó ser el lugar perfecto para una despedida del gran país que es China y que siempre recordaríamos. Un país al que no tardaríamos en volver y que nos habría de proporcionar tantos y tan buenos momentos. Pero ésa es otra historia. Siguiendo un camino adornado con farolillos rojos, llegamos a un claro en donde había una casa de té. La fragancia del jazmín llegaba hasta la entrada y otros aromas se agolpaban alrededor de las mesas bajas donde se servían diferentes clases de té siguiendo la tradición: la primera taza se tira, es para lavarlo; la segunda se acerca a la nariz para percibir su aroma antes de tomarlo; cuando la taza está vacía debe llenarse de nuevo; servir tres tazas es de cortesía. El ambiente era relajado y calmo, probamos de varias clases y charlamos.

Aquellos tiempos en que el destino de cada individuo lo manejaba el Estado, también el jefe del partido o el del barrio o de la comuna, afortunadamente, han pasado a la historia, son cosas del pasado. Los jóvenes vuelven a asistir con normalidad a las universidades. Y aquellos oficios que habían sido denostados durante la Revolución Cultural, considerados por el partido como burgueses, florecen renovados con la importancia que siempre habían tenido. Además, muchas de las muchachas, principalmente las que viven en ciudades, empiezan a  permitirse tener proyectos de futuro al margen de formar una familia y cuidar de los padres del esposo como venían haciendo tradicionalmente. También Eva tenía proyectos.

Decía que sus padres la querían, incluso la mimaban, sobre todo su padre. Aunque al principio no llevó bien que fuese niña, y siendo pequeña apenas le hacía caso, ahora, de mayor, su padre era quien más la quería. Se lo consentía todo y le hacía regalos. Debía llamarle todas las noches para que no se preocupara. Llevaba dos años trabajando como guía y le gustaba lo que hacía. Deseaba perfeccionar el español y algún día conocer España, pero  viajar al extranjero, de momento, le resultaba imposible: sus padres no podían pagar al Estado la cantidad que exigía como garantía.

-¿Garantía? –se extrañó Alonso.

-Sí, garantía de regresar a China al finalizar el tiempo de estancia concedido –dijo resignada.

Luego nos despedimos. Su dulce cara parecía triste. Yo lo estaba por ella.

IM A0025 Vista Web grande 

 (Años más tarde, pasados los Juegos Olímpicos de Beijing, volvimos a China... Y me gustó más. Aunque desconozco si el Gobierno sigue poniendo a sus jóvenes las mismas dificultades que entonces para salir al extranjero).

 

Los días habían pasado muy deprisa, y llegó el momento de marchar. Eva era una dulce chinita que cualquiera habría estado encantado de haber podido adoptar, y Sonia tan competente…; Cantón-Guangzhou un velo que incita a descubrir el resto del país, y Hong Kong toda una sorpresa, una muestra de cómo una ciudad-emporio-capitalista  puede sobrevivir en idílica armonía dentro del régimen comunista de la República Popular China. La riqueza como la belleza, a nadie disgusta.

Imágenes  en: China, mucha China (pinchar aquí)

 

Jiuzhai Gou6

 17. Aeropuerto de Sydney en alerta antiterrorista

 

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Tag(s) : #Viaje Antropológico
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