El puerto de Sydney y su paseo marítimo es el centro de máxima atracción de la ciudad. Y aquella mañana soleada del mes de diciembre, la primera de nuestra estancia en la ciudad, aparecía muy animada. Miles de turistas acuden a la bahía a contemplar desde allí el famoso Puente Colgante y la no menos famosa Opera House, aunque es desde la lejanía desde donde se aprecia mejor la belleza del emblemático edificio. Desde el mar, la blanca y aerodinámica cubierta se abre al cielo, se extiende en el espacio, como las alas de una gigantesca ave a punto de iniciar el vuelo.
Allí, en la bahía, los turistas se agolpaban frente a restaurantes y bares buscando sitio en sus terrazas desde donde poder observar comodamente el diario trajín del puerto. Yates pequeños, y alguno más grande, cruzaban en ambas direcciones bajo la pesada estructura de hierro del puente más largo del mundo, en su especie. Era un relajante espectáculo que invitaba a dejar correr el tiempo saboreando un café o una cerveza, tomando un tentempié o un opíparo almuerzo, de todo había en un lugar tan cosmopolita.
Un grupo de aborígenes con sus cuerpos medio desnudos, cubiertos de un polvo blanco o amarillo esparcido desordenadamente o dibujando rayas, algunos con rastas en el pelo, llamaba la atención de los transeúntes haciendo sonar un rústico instrumento de viento, el digderidoo, un largo tubo de madera que apoya uno de sus extremos en el suelo. Reivindicaban con cantos y pancartas el reconocimiento de su identidad, de su cultura, de su derecho a la tierra como verdaderos dueños del continente australiano.
Sus palabras sonaban conocidas, repetidas por otras gentes, en otros lugares, a lo largo y ancho del planeta: "Estábamos aquí cuando llegaron ellos. Y no nos respetaron, ni nuestra cultura ni nuestro espacio. Estábamos aquí cuando llegaron". Es la marginación la que les hace hablar así, la marginación a la que se ven sometidos dentro de su propio territorio, de la tierra primigenia. "Sólo tenían que haberlos asimilado, a-si-mi la-do", dijo con acento mexicano el hombre que estaba apostado a mi lado, lo suficientemente alto como para que los demás le oyéramos.
Reanudamos el paseo por la bahía y calles aledañas y Alonso sacó a la palestra su memoria histórica:
-A pesar de que fueron navegantes españoles y portugueses los que descubrieron Australia, como demuestran los mapas del siglo XVI, fue Inglaterra, tras el redescubrimiento de la Isla por Cook tres siglos después, cuando al hacer de ella un lugar de deportación de penados, la convirtió en colonia británica, la colonia de Nueva Gales del Sur. Más tarde comenzarían a llegar colonos libres.
Interrumpió el relato al pasar por una tienda donde vendian instrumentos musicales como el digderidoo, el de viento que tocaban en el paseo, o el boomerang y otros artículos típicos y libros sobre los aborígenes. En uno de ellos se cuenta que cuando Cook llegó a las costas australianas, los aborígenes huyeron al interior de la isla. Ante la necesidad de comunicarse con ellos, Cook recurrió a un joven mahorí al que enseñó ingles para que posteriormente pudiera servirle de intérprete con los demás aborígenes. Pero cuando el joven volvió con sus hermanos de raza les contagió la viruela, enfermedad que había contraído al lado de los blancos. A causa de la epidemia la población de mahoríes quedó reducida a la mitad.
Alonso ya conocía esa historia ocurrida alrededor del año 1770, y al salir de la tienda retomó su recordatorio de datos sobre Australia.
-Al tenerse conocimiento en Europa del descubrimiento de yacimientos de oro en tierras australianas, una avalancha inmigratoria entre los años de 1851 y 1856 invadió el país llegando a cuadriplicarse la población de algunas zonas. Las expediciones de presidiarios continuaron hasta 1853. Aunque sigue vinculado a la Commonwealth, Australia es hoy un país independiente. Como ya les has oído, las diferentes tribus de indígenas del continente australiano apenas tienen representación, su hábitat se reduce a determinadas zonas en las que pueden practicar la caza y la pesca. Tenían una cultura rica ahora desaparecida, y ya ves que no cejan en reclamar sus derechos. Pero es una minoría de indígenas sin influencia ¿Crees que es realmente posible devolverles su estatus?
Hay ciertos procesos de la humanidad que no parecen reversibles.
Otras gentes:
Maasais de Tanzania
Santón de Nepal
Mujer jirafa del norte de Tailandia
Natural del País Toraja en Sulawessi
Mujer elefante (orejas) Mae Hong Son
Pareja musulmana recién casados Siria
Niñita birmana
Niño balinés
Niños budistas birmanos
Habita en el Lago Tonle (Camboya)
Triste por el barco de turistas que se aleja
19. Encuentro latino en las antípodas
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