34. Y el monje Ananda transmitió el mensaje.

21 Mayo 2009

Es conveniente tener un mínimo de conocimientos sobre Buda antes de aterrizar en un país budista. Pero, siendo mujer se hace imprescindible conocer las palabras que pronuncio el Thagata en su lecho de muerte, antes de entrar en el Paranirvána, a su primo y ayudante el monje Ananda:

- ¿Y señor cómo hemos de actuar con las mujeres?

-No viéndolas, Ananda.

-Pero si las viéramos ¿cómo hemos de actuar?

-No hablándoles, Ananda.

-Pero señor, supongamos que no podemos evitar hablarles.

-¡En ese caso, Ananda, tenéis que permanecer atentos!

Nos levantamos temprano para visitar con calma algunos de los templos más importantes de la ciudad de Chiang Rai.

A Través de los enormes ventanales del comedor se veia resplandecer el césped del talud que bajaba hasta el río Kok. Dos samlor estacionados a la puerta del hotel aguardaban nuestra llegada. Tanto los samlors como los de la India o los Cyclos de Vietnam o Camboya siempre me habían parecido indignos signos de pasados tiempos coloniales. Pero después de viajar por esos países, he llegado a la conclusión de que no son pocos los que prefieren un trabajo como ése en la ciudad a ser esclavos de la tierra: "A la tierra se la cuida de sol a sol. Y si las lluvias se retrasan, o cuando llegan arrasan los campos, se pierde la cosecha. Entonces sólo queda la ruina y nada que dar de comer a mis hijos ".

Atravesamos mercados y bulliciosas calles abarrotadas de gente hasta llegar al Wat Phra Kaeo. Fue allí donde descubrieron el Buda Esmeralda, en 1434: Un rayo cayó sobre el Chedi que albergaba la Imagen y rompió la capa de yeso que la ocultaba.

En el altar del Wihan principal del templo, en medio de un ambiente sombrío roto por unas franjas de color verde, descansa una réplica del auténtico, en Bangkok desde 1767. Por el cuidado recinto se sucedían las edificaciones en maderas nobles adornadas con tallas y cho-fas doradas, algunas dedicadas a santos como la de un anciano monje, arrugado y delgado, meditando en postura de loto.

Al salir, pasamos por delante de un mostrador en el que se exponían reproducciones del Buda Esmeralda cubiertas con el traje de verano formando por cadenas doradas y piedras de colores. Habríamos seguido de largo si no fuera por el joven monje que ,con su presencia, daba a la exposición un plus de credibilidad.

Mirando con más detenimiento, descubrí la vitrina donde se guardaban las imágenes importantes,. Eran tallas de Buda hechas por los propios monjes en relucientes bloques de jade verde.

Mi interés inicial se vio reforzado al oír un Joaquín:

-Las de jade no se venden a los turistas -al ver mi extrañeza, prosiguió-: No las respetan, sólo las quieren para decoración. A los budistas éso no nos gusta y los monjes no se las quieren vender.

No me sorprendió. Sabia de la prohibición de sacar del país ciertas imágenes de Buda, pero también que la ultima palabra la tenían los monjes si accedían a extender el certificado correspondiente. Tenía que intentarlo.

Convencí a Joaquín de que mi sentimiento era de absoluto respeto a Buda, y transmitió al monje mis buenas intenciones. Para dar más fuerza a sus palabras, puse mi mano sobre la del Monje que descansaba sobre el mostrador. Su inesperada reacción me dejó helada: retiró la mano bruscamente como si hubiese recibido una descarga de cien voltios. Fue mi culpa.; de nuevo la estúpida ignorancia: no había leído las declaraciones del Thagata a su ayudante Ananda.

Pero conseguí hacerme con la preciosa escultura. Y no sólo el monje me vendió el Buda de jade, sino que me regalo la preciosa peana, extendió dos certificados para poder sacarlo del país y posó a nuestro lado para una foto. Todo ello forma parte, ahora, de mis recuerdos más entrañables.

35. Guapas-Guapos,Cirugía Plástica en Tailandia