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Seychelles Keti 102 Vista Web grande

 

El denso humo de la guerra permanecía pegado a la tierra ennegreciéndola, y los cascotes de las sagradas estatuas cubrían el campo yermo con hedor acre a sangre reseca y detritus. Sólo el mar permanecía impávido ante el cruento relevo en los altares. Así, cuando se encontraron desprovistos todos de igual manera del mana protector de sus ancestros, rasados ante el rostro del nuevo dios grabado en piedra, los rapanui se aunaron para enterrar el afilado hierro; y la paz y la prosperidad comenzó a florecer; aunque fuera lentamente y los amantes hubieran de ocultarse en el fondo de las cuevas.

 

Después de la carrera, Mohea estaba acalorada, respiraba entrecortadamente y el corazón se le había acelerado. Pegó su espalda contra la pared de la cueva como si quisiera confundirse con ella. Así permaneció, quieta, hasta oír el sonido de las ligeras pisadas de sus hermanos alejarse. Los cuatro habían tomado como juego espiarla, sobre todo ahora que, con sus 16 años, se consideraba mayor y había dejado de jugar con ellos. Se dobló sobre sí misma y tomó aire.

Eran más de 6 kilómetros de intrincados túneles que llegaban cerca de su aldea, en el sur de la isla, excavados con el propósito de esconderse del enemigo durante los años de guerra. Aunque con el fin de siglo (siglo XVII) habían terminado las guerras tribales, quedaba un rescoldo a flor de tierra en el seno de algunos clanes. Mohea y Arenui pertenecían a clanes rivales. Ella conocía todos los vericuetos de los intrincados túneles como la palma de su mano, sin embargo Arenui podría perderse fácilmente en caso de adentrarse en su interior al subir la marea. 

Para llegar hasta allí, Arenui nadaba a lo largo de la costa oriental desde el tramo perteneciente a su clan hasta el de Mohea. Espoleado por el sentimiento de reencontrase con su amada, no le preocupaban ni las olas que lo empujaban contra las rocas ni la corriente que lo arrastraba mar adentro; ni siquiera la embestida de algún tiburón hambriento. Todos lo consideraban, y él lo sabía, el mejor nadador de Rapa Nui.

Mohea reconoció el rumor de sus pisadas húmedas sobre el suelo arenoso y compactado de la boca de la cueva. A pesar del agotamiento por el esfuerzo físico, Arenui la estrechó  contra su pecho. Fue un abrazo apretado, intenso y largo que, acuciado por el hambre de verse, fustigó su mutuo deseo.

Permanecieron unidos sin sentir el transcurrir del tiempo.

Con la marea baja, el gris lechoso del amanecer, que clareaba el mar convirtiéndolo en una superficie opalina y plana, asomaba por la entrada de la cueva como el despertar nebuloso de un sueño marcando el final del encuentro. Arenui y Mohea, temblando de frío, añoranza y tristeza, se separaron hasta el próximo encuentro, con la próxima luna llena.

 

 Aunque habían pasado dos meses sin poder verse, ambos seguían confiados en su mutua promesa de amor eterno, ninguno de los dos sabía de las intenciones del padre de Mohea: casar a su única hija con Matahi, autoproclamado jefe de su clan a la muerte de su hermano, el padre de Arenui; no en vano, Matahi había confesado, públicamente, su admiración por la bella Mohea. Con esa alianza acabarían para siempre las luchas entre los dos clanes, tradicionalmente, enemigos.

Todo se precipitó cuando la madre de Mohea confirmó sus sospechas sobre la preñez de su hija. Con argucias y amenazas, consiguió sonsacarle la identidad de su amante. Desde entonces, Mohea se vio sometida a una vigilancia continua, y no encontraba la forma de poder comunicarse con Arenui.

Temeroso de que sus planes se vinieran abajo, el padre de Mohea dijo al jefe Matahi que su hija había sido forzada por Arenui; la honra de su familia se vería menoscabada si la boda no se celebraba antes de que naciera la criatura. Loco de celos, Matahi decidió asesinar a Arenui. Pero, pensando en la forma de hacerlo, recapacitó: Si mataba a su sobrino, lo convertiría en mártir, y el pueblo entero se volvería contra él; algunos ya habían mostrado su desacuerdo cuando, aún caliente el cuerpo de su hermano, se autoproclamó jefe del clan obviando los derechos de su sobrino, hijo y legítimo heredero del hasta entonces jefe, alegando que era demasiado joven para el cargo. Finalmente decidió que podía manejarlo, no era más que un joven impetuoso, romántico, inmaduro. Después de meditar el mensaje que debía transmitirle, le habló en estos términos: “Voy a contraer matrimonio con Mohea. Es mi deseo acabar con la larga historia de sangrientas luchas entre nuestras dos familias cuyo inicio se pierde en tiempos de nuestros sagrados ancestros. Tu padre no supo darle fin y a mí se me presenta la oportunidad. Esta alianza traerá la paz definitiva a los dos clanes”

Al escuchar esas palabras, Arenui se hundió en la tristeza y la desesperación. La rabia le ofuscó la razón. Las ideas se le agolpaban alocadamente y su mente aturdida se precipitó en sacar conclusiones. No comprendía la actitud de Mohea, le había jurado amor eterno y ahora, tras sólo dos meses sin verse, lo dejaba por un viejo decrépito y lujurioso. Su ambición era despreciable.

Matahi aprovechó el abatimiento de su sobrino para asestarle el golpe definitivo: “Mohea sólo pone una condición a nuestra unión: que cuando ella venga, tú no estés aquí. Por el bien de nuesta familia, Arenui, debes marcharte”

Ese mismo día, Arenui abandonó la aldea sin rumbo conocido, sin despedirse de nadie.

Los padres de Mohea se encargaron de dar, adecuadamente, la noticia a su hija: “Cuando Arenui fue informado por su tío de que esperabas un hijo, reaccionó cobardemente. Huyó sin dejar el menor rastro. Mejor así. No te merecía. Matahi te tratará bien; con él serás más feliz. Y vuestra unión sellará la paz definitiva entre nuestras dos familias”.

Decepcionada, sin fuerzas para rebelarse, Mohea consintió en la boda. Matahi, por su parte, no puso reparos en aceptar como suyo al ser que llevaba en sus entrañas. Aunque, dos años más tarde, los celos lo empujarían a separar al hijo de su madre, mandando al niño con sus abuelos maternos.

 

 

Isla de Pascua1 (2)

 

 

   Para leer la segunda parte de esta historia pinchar aquí

Tag(s) : #Romántico
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