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Fiesta del Cordero con una familia bereber del pueblo troglodita de Matmata

El día que visitamos el pueblo troglodita de Matmata teníamos previsto continuar a El Jem, pero coincidió que era la Fiesta del Cordero y estaba cerrado. Esto nos permitió conocer una familia bereber amiga de Yazid y también la forma de vida de las gentes que viven en casas excavadas en las montañas.

La arquitectura en la antigua Matmata es sencilla pues no se edifica hacia arriba sino hacia abajo, excavando la tierra, abriendo primero un pozo de varios metros de ancho, que hará las funciones de un gran  patio-distribuidor, y a partir de él huecos y galerías en varias direcciones para las distintas dependencias de la casa. Además al estar varios metros bajo tierra, mantienen una temperatura constante, evitando los fuertes cambios del exterior propios del desierto.

-Lo peor son las inundaciones. Pero quién piensa en eso estando en el desierto… –comentó Alonso.

-Y sin embargo ocurrió –dijo Yazid-. A finales de los sesenta hubo un temporal de lluvias que no paró en semanas El gobierno dio casas nuevas, modernas, a las familias. Pero a los bereberes les gusta este modo de vida y algunos volvieron. Deben quedar unas setenta casas trogloditas en Matmata y de ellas tan sólo la mitad están habitadas.

Vivienda troglodita de Matmata.

Esta familia bereber, amiga de Yazid, vive en una de esas casas, con habitaciones subterráneas abiertas a la luz  y al aire, que entra por el amplio patio. Todo estaba ordenado y limpio y nada era superfluo; los objetos parecían bodegones y los dibujos de las paredes estaban llenos de valor simbólico.

Vivienda troglodita de Matmata.

Padres e hijos, austeros y contenidos, parecían más que nunca personajes de Zurbarán. Todos estaban atareados con los preparativos de la fiesta.

Yazid nos había explicado, durante el viaje a Matmata, que la Fiesta del Cordero es la más importante del año para los musulmanes:

-Se celebra 70 días después de la peregrinación a La Meca –había dicho-. Todas las familias sacrifican un cordero en recuerdo de cuando Abraham, que estaba dispuesto a ofrecer a Dios a su primogénito Ismael (Isaac para los cristianos), fue detenido por el ángel y, en su lugar, sacrificó un cordero.

La madre se acercó con una hogaza de pan dulce y vasos de té con menta muy azucarado. Luego desapareció. Tomamos el té y jugamos con los gatos de la casa que eran pequeños y curiosos, y aunque tenían el pan al alcance de sus zarpas sólo comían las migas que les íbamos dando.

Vivienda troglodita de Matmata.

A eso del mediodía nos avisaron de que el cordero ya había sido degollado.

En una tienda, separada de la casa por una carretera, el animal pendía de un clavo en un madero que miraba a La Meca. Parecía grande como un ternero, pero su cabeza y la piel, estirada en el suelo, eran las de un cordero.

Mientras uno de los hijos mayores extraía el intestino y el otro lo recogía en los brazos formando una madeja, el pequeño, de unos ocho o nueve años, refunfuñaba ayudando a su madre, que limpiaba el estómago del animal en una tina, temía que el agua de la manguera salpicase su camiseta nueva.

La Fiesta Del Cordero (fiesta religiosa en la que la familia sacrifica un cordero siguiendo la tradición)
La Fiesta Del Cordero (fiesta religiosa en la que la familia sacrifica un cordero siguiendo la tradición)

Cuando terminaron, el padre tomó una pala para retirar la tierra ensangrentada que luego enterró lejos pues, como dictan las normas, nadie debe pisar la sangre caída durante el sacrificio. Fue entonces cuando posó para una foto al lado del cordero.

La Fiesta Del Cordero (fiesta religiosa en la que la familia sacrifica un cordero siguiendo la tradición)

Fuera el sol brillaba en lo alto, dando a la extensa llanura el tono pálido de las tierras yermas del desierto vigilada por las suaves laderas de las montañas de Matmata, con sus casas trogloditas que ahora, con el calor, eran el mejor refugio, algo que sugería un batallón de extraterrestres, robots y naves escondidas de una futura invasión; una sugerencia, sin embargo, no exenta de credibilidad, pues la arquitectura de estas casas les permite pasar inadvertidas a un observador externo; también, aunque en otro sentido, la peculiaridad de estas casas sirvió a George Lucas para su Guerra de las Galaxias.  

En una pequeña hoguera entre la tienda y el corral de las ovejas,  la leña, convertida ya en carbón, humeaba perezosamente a la espera de los primeros despojos del cordero.

Habíamos vuelto al frescor de la casa cuando vimos aparecer al hijo mayor con un cuchillo y un plato con un bulto carbonizado.

-Tomadlo. Os ofrece el mejor bocado –dijo Yazid.

Pero nadie fue capaz de disimular la aversión que le producía aquella masa negra. Lo cierto es que fui la única que aceptó la invitación. La corteza negra crujió bajo la presión del cuchillo dejando asomar una sustancia roja, lisa y brillante. Era el hígado del cordero. Y yo siempre odié comer hígado fresco. Así que tomé una pequeña porción de una esquina, con la esperanza de que el carbonizado enmascarara el sabor del hígado. No ocurrió así, aunque no fue tan malo. Me di cuenta de que la actitud de unos y otros había decepcionado al muchacho,que lo había sentido como un desprecio. Incluso parecía ofendido cuando se marchó sin decir palabra llevando en la mano el plato de hígado casi intacto.

Me dije que volvería a intentarlo más adelante. A lo mejor en la próxima Fiesta del Cordero.

 

 

 

 

Tag(s) : #Costumbrista
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